Entre la penumbra, unos ojitos curiosos se asoman a través de las
gruesas cortinas, observando el ir y venir del público, buscando entre la gente
alguna cara conocida y sonriendo con satisfacción al verles tomar asiento. Tras
ellos el resto de compañeros reunidos en un círculo, algunos a medio cambiar y todos, con un brazo
extendido hacia el centro; corazones nerviosos latiendo al unísono con fuerza e
ilusión, últimas indicaciones del director y un solo grito como respuesta:
“¡MUCHA MIERDA!” después un silencio absoluto y… ¡EMPIEZA EL ESPECTACULO!
Desde detrás de las cortinas, todo es mucho más intenso. El eco de las
voces de los compañeros que hay en escena resuenan entre las paredes, del pobre
auditorio que tenemos. Últimos repasos al texto y ya casi es el momento de
salir a escena, un segundo antes, sientes el corazón resonar dentro del pecho con
más fuerza que nunca, y ese cosquilleo en el estómago, mariposas traviesas revolotean en él, como si estuvieras enamorada, y ciertamente allí hay amor, y esque el teatro, sin amor, no existiría. Solo un paso más y como si de una máquina del tiempo se tratara podrás
viajar a cualquier época pasada o futura, o a mundos imaginarios que solo
existieron en la mente del autor. Tienes al público a tus pies, todos atentos a
tus movimientos y palabras, el corazón, y ese cosquilleo siguen latiendo
con fuerza pero debes recordar, no te harán titubear. Con voz firme inicias el
texto, hablar y pensar a la vez, un reto difícil, pero poco a poco los nervios
van desapareciendo y cada vez te sientes más cómodo allí. Buscas de nuevo caras
conocidas entre la gente, les sonríes, te sonríen, te relajas y disfrutas el
momento, TU MOMENTO. Al fin y al cabo casi un año de ensayos se reduce a esos
minutos o segundos, y hay que disfrutarlos al máximo.
Se apagan las luces, un segundo de silencio y un estruendo de aplausos
irrumpe en la sala, de nuevo se encienden las luces y poco a poco todos los
actores salen a escena a saludar, un público unas veces entregado, otras veces
con el que cuesta conectar, pero siempre siempre recibes su ovación final,
aplausos y felicitaciones que son la mejor recompensa a todo ese año de trabajo.
Una vez escuché, que cuando las personas ríen juntas, es porque tienen
algo en común, y, nosotros, juntos hemos reído, llorado, nos hemos emocionado,
enfadado… Personas de edades, culturas y gustos muy dispares que en cualquier
otra situación quizás ni se conocerían pero que si tenemos algo en común, EL
AMOR POR EL TEATRO.
FELIZ DÍA MUNDIAL DEL TEATRO COMPAÑEROS!
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