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Mostrando entradas de 2020

Noche

Esa noche, el cielo era una lápida de plomo. Los destellos incesantes de la luz de los relámpagos, se colaban sin permiso en esa estropeada cabaña a través de las rendijas que se abrían entre los viejos tablones, seguidos casi de inmediato por el fuerte estruendo de los truenos. El silbido agudo del viento producía una irritante melodía que lo desesperaba y el sonido de la lluvia arañando la madera hacía que su cuerpo temblara sin cesar. Cuando despertó de nuevo, había dejado de llover y se encontraba agazapado en el bosque, esperaba entre los árboles algún signo de que allí aún había alguien más a parte de él. De vez en cuando, el crujido de las ramas producido por algún animal nocturno le hacía volverse esperanzado, para descubrir, de nuevo, que allí no había nadie más. Desde lo alto un árbol, un pequeño búho observaba con curiosidad al último humano de la tierra.

Dientes de león

Sucedió una vez, y casi por casualidad, lo recordaba perfectamente. Una mañana, jugando en el parque, una pequeña flor llamo su atención, parecía de algodón, frágil y delicada y de un blanco intenso. Su madre, le dijo que era un diente de león, la flor de los deseos . Le explicó, que debía coger aire, y soplar, soplar con todas sus fuerzas mientras pedía un deseo. Que solo se cumpliría si los estambres se desprendían de un solo soplido y, que no debía contarle a nadie jamás, el secreto que había pedido. Recordaba con cariño como de niña, le resultaba muy difícil elegir uno solo de los numerosos deseos que se agolpaban en su mente, pero casi siempre ganaba el mismo, un traje de princesa. Después quedaba lo más importante, debía hacer un esfuerzo casi descomunal para llenar los pulmones hasta su máxima capacidad y vaciar todo ese aire muy concentrada en ese pequeño objetivo que sujetaba con firmeza entre sus dedos. Desde ese día, y por muy adulta que fuera, cada vez que