Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2017

Queridos Reyes Magos:

A  estas alturas de la vida, ya no os escribo para pediros regalos. Lo que ahora quiero, creo que aunque no cueste dinero, tiene mucho más valor que el regalo más caro del mundo y, aunque este año no haya sido del todo buena, espero merecerlo todo.  Quiero, poder seguir disfrutando cada día del año de la maravillosa sensación que produce el calor del sol al rozar mi piel. Quiero poder seguir gozando del mediterráneo, este mar que hace más bonita si cabe nuestra ciudad, unas veces enfurecido y otras, tan calmo que parece una sábana de plata, que se extiende hasta más allá de donde nuestros ojos pueden alcanzar. Quiero, que todo sume y que nada reste, que todas las experiencias vividas y por vivir aporten algo positivo a la vida. Quiero, aprender a disfrutar de nuevo, de las pequeñas cosas, que con los años y la costumbre, he dejado de valorar. Quiero, que mis enfados duren tres segundos, y las alegrías una eternidad, y sobretodo que nunca falte ese beso de buenas noches tan especia

Plántale cara a tus miedos

Hace ya tiempo que lo siento, siento que he creado una coraza a mí alrededor , alrededor de mi corazón, para protegerme, para protegerme del mundo y de mí. Pero creo, que esa misma barrera también me está destruyendo, no me deja crecer ni disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Un paseo junto al mar, un café al calor del sol de la mañana, una sonrisa al despertar… Me encuentro siempre esperando el futuro, un futuro incierto en el que todo, supuestamente será mejor. Porque no tendré nunca un día lo suficientemente especial para abrir esa botella de vino tan cara que guardamos en el armario, porque no soy ni de lejos la mejor en nada, ni la más bella, y ni siquiera llego a la estatura media, porque quién se va a fijar a mí con lo poca cosa que soy, y lo poco que puedo aportar, porque no tuve una adolescencia fácil… Porque a base de miedos, excusas y caídas he ido construyendo un muro a mí alrededor que cada vez me deja abrirme menos a los demás. Porque por culpa de ese muro he

Perfectamente imperfecta

A paso lento me dirijo por un camino cualquiera  hacia un destino incierto, con la mirada perdida al frente y el pensamiento  sumergido en Mi mundo y mis ideas pierdo de vista todo lo que tengo a mi alrededor. Paso a paso, voy dejando tras de mí una estela invisible de pensamientos, anhelos e ilusiones. En esos momentos, incluso mi corazón parece que late de forma distinta, más pausado, más relajado, más… feliz y siento dentro de mí una sensación de ligereza, casi imposible de explicar.  Al pasar junto a la mesa de un bar cualquiera, un grito a modo de saludo rompe ese trance y me devuelve a la realidad de golpe, acompañado casi siempre de una leve sensación de estar cayendo al vacío. Y en ese momento todo a mí alrededor vuelve a tomar forma y soy consciente de nuevo de donde me encuentro. Muchas veces, pienso que algún día alguien se va enfadar conmigo por no saludar, y con una sonrisa avergonzada contesto: “Perdona, voy pensando en mis cosas y no te había visto…”. Y es verdad,

Gotas de tiempo

Definitivamente se había convertido en una obsesión, el incesante goteo del grifo del baño se clavaba en su mente y su cuerpo como pequeñas agujitas, casi hasta el punto de volverla loca. Apenas acababa de caer una, su mente ya esperaba con angustia la siguiente. Esas pequeñas gotitas que se precipitaban al vacío a través de las tuberías hacia un destino incierto, le recordaban como se iba escapando su vida gota a gota, segundo a segundo. Muchas noches, cuando el silencio cubría la ciudad con su espeso manto y no se oía nada más, ese incesante goteo le impedía conciliar el sueño. Con el tiempo, se había acostumbrado a esperar acostada en aquel viejo colchón, a que la ciudad y todos sus ruidos despertaran para lograr adormecerse. Curiosamente, se sentía mucho mejor, acompañada por la ruidosa melodía diurna de la ciudad, que por la lenta y solitaria melodía de ese infinito goteo. Aunque a veces, cuando el sueño era más fuerte que su obsesión, se dejaba llevar por Morfeo como una mar

El dueño de tu vida

Puso la mano sobre el frío picaporte de la tienda de libros del barrio, su corazón latía con fuerza. Un segundo antes de entrar, observó su reflejo en el oscuro cristal de la puerta, su cabello indomable se arremolinaba de forma desordenada sobre sus hombros, pasó su mano sobre él enérgicamente para intentar poner un poco de orden, pero no sirvió de nada. Empujó con suavidad la puerta y el tintineo de las campanillas que colgaban del techo anunciaron su llegada. Con la mirada baja entró acelerando el paso, mirando de reojo al joven tendero que tras el mostrador leía distraído el diario del día, hizo un pequeño gesto con la cabeza a modo de saludo. Se adentró entre las estanterías con el nerviosismo típico de una primera cita, al pasar junto a ellas observaba a un lado y al otro. Rápidas miradas fugaces, con eso siempre bastaba. Entonces un libro le llamó la atención, era pequeño y parecía bastante viejo, seguramente llevaba muchos años aguardando entre aquellos polvorientos estan

Empezando con mal pie

El tintineo incesante de mi cuerpo lo indicaba, allí hacía demasiado frío y sin embargo, quise convencerme a mí misma de que en cuanto me acostumbrara a esa temperatura todo iría mejor. Pero no fue así, ese irritante tintineo solo cesó en cuanto abandoné aquel frío lugar. Días después lo percibí, llegó de golpe, sin avisar y como siempre precedido por su peculiar olor, tan característico como indescriptible (que a día de hoy aún no he logrado encontrar a nadie más capaz de percibirlo), sabía que un invierno más EL RESFRIADO, había llegado para quedarse una buena temporada. Con los ojos hinchados y una superpoblación de mocos instalados en mi nariz por tiempo indefinido empecé con el suplicio. Durante los peores días perdí totalmente la noción del tiempo, los pañuelos usados se arremolinaban a mi alrededor y a veces no lograba encontrar ninguno decente para ser usado de nuevo, lo cual conllevaba tener que levantarme a por más provisiones. Cada movimiento de mi cuerpo de camino al b