Ya empieza de nuevo y me encanta. Las densas nubes que cubrían los cielos, cumplieron con sus amenazas, y de repente, suaves gotas de lluvia comienzan a dibujar finas líneas en los cristales. Tras ellos, sentados en un sillón y resguardados en el calor de su hogar, espectadores anónimos observan la belleza del espectáculo. Gota a gota, las calles comienzan a mojarse y sus colores se oscurecen, todo parece volverse más triste y más gris, pero sin embargo a mí me encanta. La inconfundible melodía de la lluvia arañando tejados y cristales, me atrapa, me relaja. Abro la ventana, cierro los ojos e inspiro profundamente, y efectivamente ahí está, ha llegado como siempre, de golpe y sin avisar. El embriagador aroma de la tierra mojada se apodera del ambiente y pequeños riachuelos transitan por las calles acompañando a coches, y transeúntes. Desde el interior de uno de esos coches, imagino como algún niño observa divertido como las gotas que caen sobre su cri