Ya era casi de noche, había perdido el autobús, estaba lloviendo y por
si fuera poco, como guinda del pastel en aquel fatídico día, también había
olvidado el paraguas en casa. Se sentía furiosa, patosa y desdichada. A cada
paso, las finas gotas de lluvia se clavaban en su rostro como pequeñas
agujitas. Enfadada con el mundo andaba tan deprisa como sus cansadas piernas se
lo permitían.
Se detuvo bajo un balcón, a unos 50 metros de su portal para rebuscar
entre su bolso repleto de cosas
inútiles, las llaves de casa. Siempre había odiado perder tiempo en el portal
buscando las llaves, pensaba, que era el momento perfecto para atacarla por
detrás. Entonces, un coche pasó a gran velocidad por su lado dejándola
totalmente empapada.
- - ¡CABRÓN!-
Le grito furiosa.
Parecía, que el mundo se había puesto de acuerdo para recordarle a cada
segundo que todo puede ir a peor. Cuando encontró las llaves, encaminó el
último tramo que le quedaba hasta su casa, empapada y con ganas de llorar. Una
vez dentro del portal descubrió que de nuevo la luz de la entrada no
funcionaba, pero por suerte la luz del interior del ascensor del que se acababa
de bajar un señor de mediana edad sería suficiente para llegar a él sin
tropezar con los tres malditos escalones que algún “genio de la arquitectura”
había colocado sinsentido allí en medio de ese largo pasillo. Al pasar por su
lado el señor la golpeó en el costado izquierdo quizás con demasiada fuerza
para ser casual, pero no le dio demasiada importancia.
No acostumbraba a subir en ascensor, ese año se había propuesto no
apuntarse al gimnasio ya que al fin y al cabo nunca tenía tiempo para ir. Pero
sin embargo, quería hacer todo lo posible para hacer ejercicio con las pequeñas
cosas diarias. Pero aquella noche, las ganas de llegar a casa eran tan inmensas
que decidió hacer una excepción. Entró en el ascensor y aprovechó el trayecto
hasta el sexto piso para revisar los últimos correos en su teléfono móvil.
Cuando a consecuencia de un fuerte trueno el ascensor se detuvo durante un par
de segundos que le parecieron eternos, acompañado de un fuerte zarandeo que le
hizo perder el equilibrio y caer sobre un bulto bastante grande que compartía
ascensor con ella y del cual no se había percatado antes. Cuando la luz volvió
pudo ver que se trataba de una vieja maleta bastante deteriorada, que seguramente
había olvidado aquel maleducado señor
con el que se había encontrado en el portal.
Ella siempre se había considerado muy mística y con buena intuición y
aquella maleta no le daba buenas vibraciones así que se alejó de ella todo lo
que el pequeño ascensor le permitía. Pocos instantes después una irritante
melodía que procedía de dentro de la maleta apagó el silencio que reinaba dentro
del ascensor. Su naturaleza curiosa la empujó inevitablemente a abrir la maleta
y descubrir de donde procedía esa melodía tan molesta… Lo encontró casi
enseguida en el bolsillo exterior, se trataba de la alarma de un teléfono
móvil, tras apagarla, una inquietante frase que habían utilizado como fondo de
pantalla le heló la sangre “MIRA EN TU BOLSILLO IZQUIERDO”. Con miedo se puso
la mano en el bolsillo, muy despacio y notó algo en su interior, parecía un
trozo de papel. No recordaba que hubiera nada en ese bolsillo, de hecho acababa
de lavar esa chaqueta… Lo sacó, era una
hoja de papel reciclado, lo desdobló con sumo cuidado y en su interior escrito
a ordenador una simple frase: “EL JUEGO
YA HA EMPEZADO, AHORA TE TOCA A Ti”. Le pareció una broma de mal gusto, así
que al llegar al sexto piso salió del ascensor dejando la maleta allí sin darle
mayor importancia.
Entró en su casa dispuesta a olvidar aquel día, y acostarse tras un baño
relajante de agua caliente sin ni siquiera cenar. Pero de nuevo descubrió que
todo podía ir a peor, con la tormenta se le había estropeado el calentador del
agua, así que se tuvo que conformar con una ducha rápida con el agua tan fría
que parecía casi al punto de solidificación. Aquella noche, pese a lo cansada
que estaba no consiguió dormir más de dos horas seguidas, despertaba
continuamente con esa inquietante sensación de que alguien te esta observando
mientras duermes. Era una sensación extraña y prácticamente imposible, pues
vivía sola desde hacía un par de meses, cuando tras una acalorada discusión de
la que ya ni recordaba el motivo, su compañera de piso decidió buscar una nueva
casa. Su ausencia se dibujaba en cada
rincón, de la casa como un agujero que negro que absorbía todo a su alrededor,
pero jamás reconocería que se había equivocado, su orgullo no se lo permitía.
Siempre había destacado por su poca paciencia y su carácter irascible,
lo que a menudo provocaba que la gente se alejara de ella, pero poco hacía para
ponerle remedio, incluso en alguna ocasión ese “defecto” había jugado a su
favor, pues gracias a ese carácter firme e inflexible había conseguido escalar
en su empresa hasta conseguir un puesto de gran responsabilidad.
El despertador sonó a las 6:00 como cada día, tras la rutina de cada
mañana se dispuso a salir de casa para dirigirse de nuevo al trabajo. La fuerza
de la costumbre la encaminó hacia las escaleras, pero un segundo antes de
empezar a bajar se detuvo. Recordó el incidente en el ascensor de la noche
anterior, y quiso ver si la maleta seguía allí. Cuando la puerta del ascensor
se abrió la maleta había desaparecido, aliviada y de buen humor bajo
canturreando por las escaleras, aquel sería un buen día.
Poco antes de llegar a la parada del autobús se cruzó con un hombre que hubiera jurado que era el mismo que se encontró en su piso la noche anterior, pero no le dio importancia. Al llegar a la parada no podía creer lo que estaba viendo,
una maleta allí sola, abandonada. Tenía que ser casualidad, seguramente algún
despistado pasajero la abría olvidado allí. Pero… ¿cuantas probabilidades había
de encontrarse dos maletas idénticas abandonadas en un lapso tan corto de
tiempo? Esperó el autobús en una esquina de la parada ignorando por completo la
inquietante maleta. El trayecto hacia su oficina le pareció mucho más largo que
de costumbre, miraba a su alrededor y parecía que todo el mundo la observaba y
eso la irritaba mucho. Una vez llegada a su destino se encaminó hacia su despacho
sin siquiera dar los buenos días a la recepcionista. Una montaña de informes
por revisar se acumulaba en su mesa sin remedio desde hacía semanas, así que se
puso manos a la obra. Unos pocos minutos después llamaron a la puerta. Era la
recepcionista, una joven y torpe becaria que habían contratado en prácticas.
- - Alicia,
le han dejado esta mañana un paquete en recepción, lo he subido a su despacho.-
Dijo la recepcionista saliendo del despacho inmediatamente.
Alicia giró la silla despacio, y observo con detenimiento su despacho
temiendo lo que se iba a encontrar, y efectivamente allí encima de un mueble auxiliar estaba, aquella maldita maleta. No estaba segura si el bombeo que se oía
procedía de dentro de la maleta o era su asustado corazón que resonaba en sus
sienes. Se acercó despacio, con miedo, sus manos temblaban de una manera
incontrolable y su corazón latía cada vez más y más deprisa. Solo un paso más y
entraría en contacto con la fría piel de la maleta. De repente sonó su teléfono
móvil sobresaltándola, con miedo se alejó de la maleta para responder.
- - ¿Di…
di… digame?...- Contestó Alicia muy asustada.
- - Abre la maleta, para liberar el pasado. El juego ya ha empezado
ahora te toca a ti.-
Contesto una voz que parecía proceder de una grabadora de sonido de baja
calidad.
Y después se cortó la conexión sin más. Su
corazón palpitaba con tanta fuerza que parecía que iba a estallar de un momento
a otro. Se acercó con rabia a la maleta
e intentó abrirla sin éxito, estaba cerrada con llave ¿Qué clase de broma era
esa?, ¿Qué tipo de persona la molestaría con ese juego absurdo? Sin pensarlo
demasiado llamó a la becaria y mandó tirar la maleta a la basura. Cuando esta
se la llevó, Alicia vio en el suelo en el lugar que había ocupado la maleta un
sobre con su nombre. Abrió el sobre simplemente por mera curiosidad y lo que
había en el interior del sobre le heló la sangre. Sí, definitivamente quería
jugar a ese juego. Debía abrir la maleta y cerrar para siempre ese horroroso episodio de su pasado.
CONTINUARÁ...
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Aunque ya te comenté mis impresiones en google+, aprovecho para dejar huella de mi paso por aquí también jeje. El capítulo acaba del modo necesario para mantener esa intriga por lo que pueda contener la maleta si se abre, o en su defecto por si se dan pistas sobre ese pasado que ella quiere olvidar. Habrá que ver qué depara la continuación jeje. ¡Un saludo!
ResponderEliminarMuchísimas gracias José Carlos!! Me alegra que te haya gustado, te invito a leer mi primera saga ya terminada, del hombre de las sombras (en las pestañas de la parte superior tienes el enlace directo) ;)
EliminarUn saludo!!
Neus
Ja saps quina es la meua opinio "Cada entrada que fas a la teua manera sempre m'encantara"
ResponderEliminarMoltissimes gràcies Javi!!! Un beset :)
EliminarBrillante inicio, Neus. Un extraordinario uso del Mcguffin con esa maleta. La llamada, la referencia al pasado... Muy bien. Saludos!
ResponderEliminarMuchísimas gracias David! Me alegra que te haya gustado, la semana que viene el segundo capítulo. :)
EliminarUn saludo
Neus
Buff Neus, genial! per fí he pogut acabar de llegar-la, i ja tinc ganes de la próxima part!!!
ResponderEliminarMoltissimes gràcies Judit!!! :)
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