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El dueño de tu vida

Puso la mano sobre el frío picaporte de la tienda de libros del barrio, su corazón latía con fuerza. Un segundo antes de entrar, observó su reflejo en el oscuro cristal de la puerta, su cabello indomable se arremolinaba de forma desordenada sobre sus hombros, pasó su mano sobre él enérgicamente para intentar poner un poco de orden, pero no sirvió de nada. Empujó con suavidad la puerta y el tintineo de las campanillas que colgaban del techo anunciaron su llegada. Con la mirada baja entró acelerando el paso, mirando de reojo al joven tendero que tras el mostrador leía distraído el diario del día, hizo un pequeño gesto con la cabeza a modo de saludo.

Se adentró entre las estanterías con el nerviosismo típico de una primera cita, al pasar junto a ellas observaba a un lado y al otro. Rápidas miradas fugaces, con eso siempre bastaba. Entonces un libro le llamó la atención, era pequeño y parecía bastante viejo, seguramente llevaba muchos años aguardando entre aquellos polvorientos estantes esperando ser el elegido y viendo como uno a uno todos sus compañeros lo abandonaban para ir a un nuevo hogar. Por alguna extraña razón se sintió conectada a ese libro, pues siempre había sido una chica pequeña e insignificante que pasaba desapercibida entre los demás. Así, que sin ni siquiera hojearlo, lo agarró con fuerza entre sus huesudos brazos, y se encaminó hacia el mostrador.

Al salir de la tienda, bajó la mirada, como si así se hiciera invisible al mundo, la centró en un punto indeterminado de la acera y aceleró el paso. De vez en cuando levantaba la mirada para revisar su pelo en algún escaparate y maldecía la suerte de tener unos rizos casi tan desordenados como ella.

Sentada en el tren observaba absorta por la ventana, poco a poco los signos de fatiga empezaron a rondarla como lobos hambrientos, había sido un día agotador. Sus parpados se entrecerraban irremediablemente, así que se dejó llevar por el sueño que la consumía.

Se vio a si misma de pie al borde de un acantilado. Se giró para mirar a su alrededor. Un devastador
paisaje la acompañaba, árboles viejos y sin vida, pequeños matorrales secos, un cielo totalmente gris… Por más que mirara no veía un ápice de color a su alrededor. Levantó la mirada y al otro lado del acantilado pudo ver un precioso paisaje con miles de frondosos árboles y las flores más bellas que había visto en su vida. A sus pies, una fina cuerda conectaba los dos mundos.

Puso un pie sobre ella y tambaleándose levantó el otro pie para dar el primer paso.  Una fuerte ráfaga de viento casi que la hizo caer por el precipicio, la oscuridad abajo era total, así que retrocedió. Empezó a oír un murmullo a su espalda, que poco a poco se fue convirtiendo en un coro de voces que le gritaban que jamás lograría llegar al otro lado, era inútil cuantas veces lo intentara pues su torpeza y sus pocas cualidades la condenarían a caer al vacío. Tras varios intentos fallidos, decidió ignorar el viento, el miedo y todas aquellas voces y con paso firme y seguro empezó poco a poco a cruzar al otro lado. Notaba como la cuerda que tenía bajo sus pies se consumía a cada paso. No había vuelta atrás.

Cuando solo le quedaba un paso para alcanzar el otro lado del acantilado, un fuerte tambaleo la despertó. Tardó unos segundos en recordar donde estaba, fuera estaba oscuro,  un amable revisor la había despertado. Habían llegado al final del trayecto, no sabía donde estaba ni como iba a volver a casa. Al bajar del tren se dio cuenta que aún sujetaba el libro con fuerza entre sus delgados brazos y lo levantó para leer por primera vez el título.

Mi nueva vida

Abrió la primera página y allí había una pequeña dedicatoria:

“Solo tú eres dueña de tu vida,
Si te lo propones serás capaz de grandes cosas”

Empezó a pasar una a una las páginas de aquel libro y todas estaban en blanco. Se sintió un poco decepcionada, una vez más se había vuelto a equivocar, la habían vuelto a engañas y seguro que se habían reído de ella. Siempre había sido una sombra entre las sombras, una chica pequeña e insignificante a la que nadie tomaba enserio.


Pero todo aquello iba a cambiar a partir de ese día, tenía ante ella un libro en blanco para empezar a escribir su propia historia, siempre había seguido el camino marcado y jamás se había permitido vivir como le hacía feliz. Solo ella era dueña de su vida y a partir de ese momento iba a empezar a VIVIR. 


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Comentarios

  1. Sempre parles de lo que parles fas que me encante

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  2. Hola Neus, caminando llegué hasta tú casa, aquí me quedo a disfrutar de tus letras y de este relato, veremos como crece..
    Gracias, buen día, besos trovadores..

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    Respuestas
    1. Muchas gracias Don Vito! Espero verte de nuevo por aqui!
      Un saludo
      Neus

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  3. Hola que tal! me gustó tu texto, yo también escribo en mi blog: http://fechayhora.blogspot.com . Te escribo para ofrecerte un intercambio de links. Espero el contacto tuyo. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Renzo!! Por supuesto que me pasare por tu blog.
      Saludos
      Neus

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