Ir al contenido principal

El increíble mundo de los sueños

Cuando el sol empieza a caer y el cielo se tiñe de color escarlata, las luces de las casas van apagándose y  poco a poco la ciudad va quedando desierta, y sus habitantes caen en un profundo sueño. Las emociones que sentimos en los sueños son tan reales que parecen ciertas; son, sensaciones reales en un mundo imaginario. Resulta extraño, nuestros anhelos, ilusiones, fracasos, miedos… cobran vida durante las noches y aparecen en nuestra cabeza mientras dormimos, como un bombardeo de imágenes caóticas y sin sentido con las que por más surrealistas que sean nos sentimos tan identificados que parece, que lo estemos viviendo. Dicen que, durante una sola noche podemos llegar a tener entre 4 y 6 sueños diferentes, aunque al los pocos segundos de despertar, como si fuera un hechizo olvidemos la mayoría de lo que hemos soñado.   
            
                Todo el mundo compartimos miedos, como pueden ser perder a un familiar querido, que nos rapte un desconocido, estar en peligro y no poder pedir ayuda, miedo a la muerte… y por tanto todos hemos tenido alguna vez pesadillas relacionadas con ello: estar cayendo al vacío sin poder remediarlo, no poder gritar ante una situación de peligro, encontrarse desnudo en público, darte cuenta que se te están cayendo los dientes, no poder moverte del lugar en el que estas… estos, se denominan “Sueños universales” y cerca del 90% de la población ha tenido alguna vez alguno.

                ¿Qué te parecería poder controlar tus sueños?, pues de hecho existe esta posibilidad, son los denominados “sueños lucidos” que emplean las mismas áreas cerebrales que en el entrenamiento de la imaginación estimulando la memoria y refuerzan la  creatividad. De hecho, yo en más de una ocasión durante una pesadilla he sido consciente de que estaba soñando y he podido cambiar la situación, y con un simple chasquido de dedos he podido desaparecer de allí y aparecer en una isla paradisíaca.


      Pero...¿Te imaginas?, como si de un hechizo se tratara, tener la oportunidad durante unos instantes cada noche tener todo lo que deseas, poder ser quien siempre has querido ser y poder hacer todo lo que te apetezca sin miedo, volar, reír sin parar, comer sin miedo a engordar, viajar por todo el mundo, trabajar de lo que realmente te gusta… pero sabiendo que al despertar todo habrá quedado como eso, un sueño, un anhelo de esperanzas e ilusiones, que olvidarías al despertar, pero que fueran tan reales que parecía que lo estabas viviendo de verdad. Si pudieras elegir cada noche tus sueños ¿Qué elegirías soñar?

Comentarios

  1. Com sempre Neus hu fas d'una manera que m'encanta,per ser tu 5 estrelles te les mereixes ;)

    ResponderEliminar
  2. Prefiero que mi propio cerebro me sorprenda cada noche con un sueño diferente (como hasta ahora) porque de otra forma, evitaría todas las pesadillas y entonces no me despertaría feliz de haber despertado. En cambio escogería sueños maravillosos, donde tendría absolutamente de todo y al despertar me sentiría triste al saber que no es realidad y de seguro (con el tiempo) ya no me haría feliz el vivir, solo el dormir y soñar.
    ¡Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por el comentario Juan Carlos, ciertamente, cuando despertamos de una pesadilla sentimos una gran sensación de alivio, pero yo por lo menos, estoy todo el dia con un nudo en el estomago, sin embargo cuando despierto de un buen sueño al despertar me pongo "triste" de que solo fuera eso, un sueño pero por dentro tengo una sensación de felicidad muy agradable! ☺
      Saludoss

      Eliminar
  3. Quizás el mundo de los sueños sea el real y esta vida sólo sea una pesadilla recurrente. Aún así, me gustaría volver a tener esta pesadilla si en ella encuentro personas sensibles e inteligentes que escriben como tú.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Una vida en la pecera (Capítulo 1)

Tras un “click” todo su sueño se desvaneció. Sofía emitió un leve gemido y sus ojos se entreabrieron poco a poco. Al otro lado de la pared, podía oír los ronquidos y la arrítmica respiración forzada que emitía su nuevo vecino, que ajeno a las noches de insomnio de Sofía, seguía sumido en un profundo sueño. Miró hacia su izquierda con la convicción de que el reloj digital que reposaba sobre la mesilla de noche marcaría la hora maldita, las 5:55 AM y efectivamente, así era. Cada noche, desde hacía casi dos años su sueño se interrumpía a la misma hora, las 5:55 AM. Trató de mantener la calma y no caer de nuevo en la trampa. Respiró profundamente, cambió de posición e intentó dejar la mente en blanco, pero de nuevo, le fue imposible.

Nadando a contracorriente

Llegamos a nuestro destino cuando los rayos del sol ya hacía rato que nos habían abandonado y el cielo empezaba a lucir sus mejores galas. Tiñendo su vestido negro, como cada noche, con miles de puntos brillantes. La vida en Jaraba, aquel pequeño pueblo, apenas compuesto por unas pocas calles desiertas, parecía haberse congelado en el tiempo. No era demasiado tarde, pero los cortos y fríos días de invierno y la fina lluvia que empezaba a caer, de esa que se clava en la piel como si de agujitas se tratara, invitaban a quedarse en casa. Las ventanas iluminadas de las casas y el olor a humo de las chimeneas dejaban claro que ciertamente el tiempo allí no se había detenido, y que las decenas o quizás cientos de vecinos que allí vivían disfrutaban de sus casas y sus familias. Apartado lo justo del pueblo como para no ver ni un signo de civilización desde sus ventanas, se encontraba el hotel, un precioso balneario agarrado a una roca y rodeado totalmente de naturaleza. Un lugar de p

Mi lugar en el mundo

Los primeros días fueron aterradores, cuando entre abrí los ojos por primera vez, todo estaba oscuro y el espacio a mi alrededor era tan pequeño, que apenas me podía mover. Desde lo más interno de mi ser, deseaba escapar de ese húmedo lugar. No recordaba quien era, ni como había llegado hasta allí, pero una fuerza desconocida me empujaba a no rendirme. Perdí totalmente la noción del tiempo, pasaron días, semanas o quizás meses hasta que conseguí sobrepasar la última barrera que me aislaba del mundo exterior. Cuando por fin rompí ese último obstáculo una fuerte luz me cegó. Poco a poco, mis pequeños ojos se fueron acostumbrando a la claridad y pude ver que a mí alrededor se extendía una gran llanura verde, el aire era tan puro en ese bello lugar, que respirar se convertía un placer indescriptible. Por más que lo intenté, no conseguí moverme de allí, me encontraba atada a ese lugar , pero no me importó, me resigne a mi destino y empecé a disfrutar de la suave caricia de los rayos d