Ya está aquí la navidad. Se respira en el ambiente. Las calles, están llenas de luces de colores, la mayoría de la gente, (cuando las ausencias en la mesa aún no pesan demasiado), se siente más feliz, los niños, dibujan nubes de ilusión en los cristales de las jugueterías con sus naricitas pegadas a ellos, intentando adivinar, con cuál de todos esos juguetes serán premiados estas navidades. Es la maravillosa edad, en la que la navidad aún conserva ese aire de magia, misterio y emoción.
Pero, para otros niños, el escaparate
tras el que se esconde el mejor de los regalos, es una ventana. Una ventana, que
en el mejor de los casos, les muestra la calle, a la que por desgracia no
podrán salir a jugar. Por suerte, parece que muchos personajes famosos se
acuerdan de ellos estas navidades y con regalos, sorpresas y cámaras de
televisión de por medio, hacen que estas fechas se hagan más llevaderas.
Pero… aunque parece que todos estos famosos no se acuerden, que durante todo el año hay niños ingresados en los hospitales, es por eso, que hoy quiero darles mi particular homenaje a los “Doctores sonrisa”, aquellos que durante todo el año se encargan de visitar a los niños hospitalizados y no necesitan ninguna cámara de televisión para dejar constancia de ello. Jóvenes anónimos, que ataviados con una simple bata y una nariz roja se encargan de repartir risas e ilusión por las habitaciones de los hospitales, y su labor es casi tan importante como la de los doctores licenciados. Voluntarios, para los que su mejor sueldo es la sonrisa de esos pequeños luchadores que, por muy mal que lo estén pasando, no buscan la compasión de nadie, sino a alguien que quiera jugar con ellos.
Pero… aunque parece que todos estos famosos no se acuerden, que durante todo el año hay niños ingresados en los hospitales, es por eso, que hoy quiero darles mi particular homenaje a los “Doctores sonrisa”, aquellos que durante todo el año se encargan de visitar a los niños hospitalizados y no necesitan ninguna cámara de televisión para dejar constancia de ello. Jóvenes anónimos, que ataviados con una simple bata y una nariz roja se encargan de repartir risas e ilusión por las habitaciones de los hospitales, y su labor es casi tan importante como la de los doctores licenciados. Voluntarios, para los que su mejor sueldo es la sonrisa de esos pequeños luchadores que, por muy mal que lo estén pasando, no buscan la compasión de nadie, sino a alguien que quiera jugar con ellos.
Es una pena, que con la edad
perdamos esa capacidad de aceptación y de “normalización” de las situaciones difíciles.
Deberíamos aprender de ellos y aceptar lo que nos viene disfrutando del
momento. Desde mi humilde blog, quiero agradecer a todos aquellos jóvenes “Doctores
sonrisas”, que en su día hicieron mi estancia en el hospital más llevadera, así
como al profesor que cada día me visitaba para traerme fichas y que no perdiera
el ritmo de las clases de la escuela y a todos los compañeros de habitación, niños
como yo, con los que compartí risas, juegos, y largos días allí encerrados. A
todos ellos gracias de corazón.
Oooh Neus! Què xulo i quanta raó! Ojalà tots poguerem fer de Doctors Somriure algun dia en les nostres vides, ha de ser una experiència súper gratificant!
ResponderEliminarSii, jo tinc molt bon record de les meues estancies a l'hospital, i en part es gracies a ells!
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