Es
curioso, como las decisiones que tomamos guían nuestra vida a través de una
senda que al fin y al cabo, y sean cuales sean esas decisiones, tiene el mismo
final para todos. Pues sabemos que por desgracia, nadie vive eternamente. Es
por eso que quiero disfrutar de la vida, estar con mi familia, con mis amigos,
con todas aquellas personas que me hacen feliz, porque los malos ratos y los
momentos tristes, como se suele decir vienen solos.
Muchas veces, mientras estoy con
mis amigos, no puedo evitar pensar en lo afortunada que me siento de poder
compartir esos momentos con ellos. Personas que en algún momento de mi vida
conocí por casualidad, por decisiones que tomé y que ha llevado mi vida a su punto actual.
Elegir una carrera u otra, elegir incluso el grupo al que quería ir marcó mi
actual situación; de no haber elegido esa carrera, de no haber elegido ese
grupo de tarde, de no haber salido ese jueves de fiesta… no habría conocido a
mi actual pareja ni conocería tampoco a ninguno de sus amigos, que ahora, son grandes
amigos míos sin los que ya no imagino mí vida; nunca sabré si fue la mejor
decisión o no, de lo que estoy segura, es de que no me arrepiento en absoluto.
No sabemos cuándo llegaremos al
final de nuestra senda ni si alguna de nuestras decisiones precipitará su
llegada, no sabemos que hay después de la muerte. Por lo tanto disfrutemos el
presente, de nuestros seres queridos, digámosles que les queremos, no nos
enfademos por tonterías, al fin y al cabo el presente no es eterno. Vivamos de
modo que mientras quede en este mundo alguien que nos conoció nos recuerde con
una sonrisa. Porque al fin y al cabo, algún día, cuando no quede nadie que nos
recuerde nosotros también quedaremos olvidados en una vieja zona del cementerio.
¿Olvidados? Un pequeño miedo para quien quiere ser inmortal, y no hablo de la inmortalidad física, sino en aquella que transciende tiempos y mentes, como la inmortalidad de los poetas, escritores, científicos, filósofos, inventores, pintores y demás. Esa inmortalidad es la que al menos quiero dejar, sabemos que terminaremos todos en el mismo lugar, todos tenemos el mismo fin, pero algunos queremos que después de eso nos recuerden aun por mas de 100 años.
ResponderEliminarSaludos y un fuerte abrazo!
¡Muchas gracias por tu comentario Helena! A mí también me gustaría dejar una huella por lo menos en el corazón de mis descendientes, y que algún día un bisnieto o tataranieto pueda leer algo de lo que yo escribí.
EliminarUn saludo
Neus