Una vez más agosto se ha marchado casi sin
avisar. Con la llegada de
septiembre parece que todo va volviendo a su cauce. Los turistas se van
marchando a sus casas y las terrazas de los bares están cada vez más vacías. El
verano está dando sus últimos coletazos con una energía impropia de esta época, parece como si
septiembre nos quisiera recordar que también él es capaz de ahogarnos de calor,
con más fuerza si cabe que el agosto.
Septiembre, para algunos el inicio de “un nuevo año”. Mes de cambios, de nuevos propósitos: apuntarnos
al gimnasio, aprender un nuevo idioma, estudiar más, encontrar trabajo… Propósitos
que al final en la mayoría de los casos no llegamos a cumplir. Parece incluso,
que la naturaleza también quiera empezar de nuevo, los árboles poco a poco se
desprenden de sus hojas, los días de sol y calor dejan paso a las nubes y las lluvias,
los días se vuelven cada vez más cortos y en las frescas noches lo único que
apetece es acurrucarse en el sofá tapados con una mantita disfrutando de una
buena lectura.
Ahora parece que cada vez me gusta más esta
vuelta a la rutina, sin embargo, recuerdo con cariño los veranos de mi infancia. Aquellos días de verano en
que no teníamos nada que hacer y todo el tiempo del mundo para hacerlo, sin
obligaciones ni preocupaciones. Siempre he residiendo en un barrio vacacional,
y todos los veranos deseaba que llegara agosto y que no acabara nunca. Siempre
conocía a gente nueva, y esperaba a los que cada verano regresaban como las
golondrinas al mismo lugar, a la misma casa. Recuerdo las noches de risas y
paseos por el barrio, sin preocupaciones, ni peligros. Las conversaciones con
los veraneantes franceses, aunque ellos no hablaran español ni yo francés, pero
no lo necesitábamos, las bromas y las risas son un idioma universal. Resultaba
triste sin embargo pensar que aquellas risas, aquellos paseos estaban condenados
a perderse para siempre con la llegada de septiembre.
Lo peor de todo eran las despedidas, cuando el temido día de decir adiós
llegaba, con la mayor entereza posible enfilaba la calle armada de lápiz y papel
en la mano, el corazón encogido y el alma en el fondo del bolsillo. Todo
sucedía despacio pero demasiado deprisa, el intercambio de direcciones y las
promesas de escribirnos cartas se convertían en los protagonistas de la noche,
una noche que no queríamos que nunca acabara. Las risas se transformaban en
lágrimas y los habituales “hasta mañana”, en un “hasta el verano que
viene” una promesa que deseabas que fuera
cierta.
Pero las peores despedidas eran las de verdad, las de para siempre,
personas que en uno o varios veranos ya eran amigos y que tenías la certeza que
jamás volverías a ver. No resultaba nada fácil, un abrazo nunca es lo
suficientemente fuerte como para un “hasta nunca” y aunque desde el fondo del
corazón deseábamos que no sea así, lo cierto es que nunca los he vuelto a ver. Siempre
he pensado que quizás el destino algún día nos vuelva a cruzar en mi camino, un
día cualquiera, en cualquier lugar del mundo, que mi mirada se cruce con la de
alguien y algo se encienda en mi interior. En la mayoría de casos no he vuelto
a saber nada más de ellos, no sé qué les habrá deparado la vida, solo espero
que allá donde estén sigan recordando con tanto cariño como yo esas noches de
verano que pasamos junto al mar.
¡Me encanta Neus! cuánta razón... A mí me pasó algo similar a eso que dices de cruzar las miradas después de muchos años sin ver a alguien. Me lo encontré en la calle, él salía de una tienda y yo pasaba por fuera. Nos miramos durante unos largos segundos pero los dos seguimos nuestro camino... No sé si él llegó a conocerme o no, pero yo volví a buscarle y ya no lo encontré en ninguna parte. Demasiado tarde, ¡tendría que haber reaccionado antes! jeje
ResponderEliminar¡Muchas gracias Judit! A mí lo de cruzar las miradas con alguien y reconocerlo creo que no me ha pasado nunca jejeje(y si me pasara puede que reaccionara tarde como tú, pues soy malísima recordando caras) pero me encantaría que me ocurriera y volver a saber de ellos. Ahora todo es más fácil, pero hace 15 años solo existían los papeles y las cartas, y la ilusión que hacía ir al buzón y encontrar una para tí!
EliminarUn saludo
Neus
Muy bonita entrada, se me ha puesto el vello de punta ^^
ResponderEliminarMuchisimas gracias Lovely! Me alegra mucho que te haya gustado, :) Un saludo
EliminarNeus
Comparto lo que sientes, siempre hay gente que se va de tu vida de una forma u otra.
EliminarSaludos!
Si Daniel, a mi me pone muy triste pensar en eso... Pero debemos entender que son etapas de la vida, unos vienen y otros se van...
EliminarUn saludo
Neus
Tens tota la rao del mon i com sempre m'encantat
ResponderEliminarMoltes gràcies Javi!! :)
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