Parecía que por fin había logrado conciliar el sueño cuando de repente,
un zumbido que le recordó al sonido de un avión al despegar acompañado de un
fuerte olor a tabaco la despertó. Miró hacia la puerta de su habitación y
estaba abierta, extrañada intentó recordar inútilmente, si con los nervios, la
había cerrado antes de acostarse como hacía cada noche. Entonces, una fuerte
corriente de aire cerró la puerta de golpe y al girar la mirada sobresaltada,
lo vio. A los pies de su cama apoyado en la pared estaba el extraño señor con
sombrero y gabardina que acudía a su bar todas las tardes, inmóvil y mientras
fumaba un cigarrillo la observaba atentamente. Apenas se podía distinguir su
viejo rostro escondido bajo el sombrero, pero ella estaba segura que tenía
dibujada en él una siniestra sonrisa.
Asustada intentó gritar, pero de su boca no salió sonido alguno,
instintivamente trató de huir pero tampoco fue capaz de mover un solo músculo
de su cuerpo. Pensó que quizás la había drogado, se sentía como si solo fuera
una mera espectadora de lo que le estaba ocurriendo, como si su cuerpo en
realidad no le perteneciera. Cerró los ojos con fuerza deseando desaparecer de
allí o despertar de esa pesadilla que parecía tan real, pero no sirvió de nada.
Sofía, pese a tener los ojos cerrados sabía que el hombre de las sombras seguía
allí, en su habitación y que se estaba acercando a ella. Podía oír como crujía
el parqué bajo sus pies a medida que poco a poco, paso a paso, se iba acercando
a su cama hasta llegar a la altura de su cintura.
Allí se encontraba, sin ayuda y sin poder gritar, tumbada boca arriba e
inmovilizada por una fuerza invisible a merced de ese desconocido. Notó como la
cama se hundió un poco cuando ese hombre tomó asiento junto a ella, y de
repente una fuerte presión en el pecho hizo que le fuera prácticamente
imposible respirar. Entonces ese misterioso señor empezó a hablarle y a
acariciarle suavemente el rostro, pero ella apenas podía distinguir un susurro
ininteligible que no era capaz de comprender.
Sobresaltada y empapada en sudor volvió a abrir los ojos, su cuerpo
temblaba de una manera incontrolable pero sin embargo no tenía frio. Miró con
temor el reloj de la mesilla de noche y efectivamente de nuevo se había
despertado a las 5:55, como cada noche. No estaba segura de si lo que acababa
de vivir había sucedido en realidad o simplemente había sido una pesadilla,
fruto de lo ocurrido la noche anterior. Armada con lo primero que tuvo a su
alcance, la lamparilla de la mesilla de noche, salió hacia el comedor en busca
de algún indicio de que alguien había entrado en su casa. Nerviosa y muy
asustada se movía torpemente entre los muebles del pequeño comedor de su
apartamento buscando algo fuera de lugar, giraba enérgicamente su cabeza a un
lado y al otro, todos sus músculos estaban rígidos y expectantes dispuestos a
atacar ante el menor indicio de peligro. Entonces algo rozó ligeramente su
brazo, casi como si la acariciaran. Asustada se dio la vuelta y pudo ver que lo
que la había rozado era la cortina del comedor que revoloteaba sin control a
causa del viento del exterior. Habría jurado que la ventana estaba cerrada
cuando se marchó a dormir, pues eran finales del mes de enero, pero le resultaba
imposible pensar que alguien había podido entrar o salir por la ventana de un
quinto piso.
Decidió salir de esa casa para intentar olvidar todo lo que le había
ocurrido aquella noche. Una nueva tormenta amenazaba con no dejarles ver el sol
que, desde que había empezado el año apenas había hecho acto de presencia. Las
calles seguían prácticamente desiertas, y apenas la acompañaban los
trabajadores más madrugadores que emprendían su camino hacia la fábrica u
oficina.
Su teléfono sonó sobresaltándola. Al responder no oía absolutamente nada
más que ruido.
- - ¡¿Qué quieres de mí?, ¿Qué quieres de
mí?!- Gritaba una y
otra vez Sofía
Asustada y sin colgar el teléfono
miraba continuamente a su alrededor en busca de alguna pista sobre quién la
estaba llamando. En las ventanas de algunas casas ya había luz, una silueta en
una ventana de un edificio cercano llamó su atención, la observaba a ella, y
estaba hablando por teléfono estaba segura que esa era la persona que la estaba
llamando.
Salió corriendo hacia la estación y decidió aprovechar su día libre para
visitar a sus padres que vivían a un pequeño pueblo cercano. Se encaminó hacia
la estación, cuando llegó compró un billete para el primer tren con destino al
pueblo de sus padres, pese a que hacía meses que no hablaba con ellos en esos
momentos nada le apetecía más que pasar unos días en su hogar, en la habitación
que había ocupado cuando era niña.
Sentada en los asientos de la estación observaba nerviosa el ir y venir
de los viajantes que pasaban por allí, hombres y mujeres desconocidos, algunos
se paraban un momento a cuchichear y la miraban, otros incluso sonreían y la señalaban,
ella intentaba captar cada rostro y escanearlo
intentando recordar si los había visto antes. Una señora sentada en la
cafetería de la estación la observaba y reía mientras hablaba con un señor con
gabardina que estaba de espaldas al que Sofía no podía ver la cara, estaban
hablando de ella, estaba segura. Se sentía observada, desprotegida, parecía que todo el mundo sabía que había hecho dos años atrás. Quizás, todo fuera fruto de su imaginación, pero tenía miedo… Mucho miedo…
En el momento que llegó el tren apartó la vista de las ventanas para
evitar el reflejo de su desmejorado rostro, pero al final cayó en la tentación
y observó su reflejo en las ventanas del tren. Su rostro parecía que había
envejecido 10 años en una noche.
Al llegar a casa de sus padres titubeó unos
instantes antes de llamar al timbre, pero no había vuelta atrás. Su madre le
abrió la puerta sosteniendo la taza del desayuno entre sus manos, y al ver a
Sofía, la taza que sostenía su madre cayó al suelo rompiéndose en mil pedazos.
- - ¿Qué… qué haces aquí?... Oh Dios mío
entra ¡Debes estar helada! Te he llamado esta mañana para ver como estabas,
pero con las interferencias de la tormenta no te oía bien - Dijo su madre mientras la llenaba de
besos.
Su padre por el contrario la recibió con indiferencia, y con un simple
- - ¿Que vienes, a buscar dinero no?, ¡Solo te acuerdas
de tus padres para eso!
Haciendo oídos sordos, pues nunca se había llevado demasiado bien con su
padre, Sofía se dirigió a su habitación a llorar. Al entrar allí sintió como si
la habitación la abrazara y la consolara al recordar lo feliz que había sido
entre esas cuatro paredes; abrió el armario para ver si su madre aún guardaba
la ropa de cuando vivía allí. Apenas cuatro camisetas pasadas de moda colgaban
de viejas perchas en el armario, entonces allí colgada en un rincón estaba,
aquella chaqueta tan cara que había comprado años atrás y que no lograba
recordaba dónde tenía. No pudo reprimir el impulso y casi sin despedirse, pues
su padre seguía mirando la televisión y su madre hablaba por teléfono escondida
en la cocina, se puso la chaqueta y salió a pasear por las calles que durante
su infancia tantas veces había recorrido.
Sus pies con pasos inconscientes la dirigieron hacia el que había sido lugar
favorito, oía tras ella miles de ruidos, y chapoteos en los charcos, tenía la
sensación que alguien la seguía, de vez en cuando volvía la vista atrás pero
allí no había nadie, pensó que tenía que empezar a relajarse...
Cuando se quiso dar cuenta se encontraba al borde de un acantilado
apartada de miradas indiscretas, y a sus pies el indomable mar rugía furioso.
Sentada al borde del acantilado, con las manos en los bolsillos sus dedos
jugueteaban con unos pequeños céntimos que habían en el bolsillo, cuando de
repente tocó con la yema de los dedos lo que parecía la una tarjeta de visita,
la sacó para ver de dónde era, pues ella no solía guardar ese tipo de cosas. Al
observarla pudo ver que se trataba de la tarjeta del Pub Skystar y tres pequeñas estrellas adornaban el nombre
en un intento barato de logotipo. No recordaba haber estado nunca en ese Pub,
ni siquiera haber oído hablar de él.
De repente un escalofrío recorrió su cuerpo,
sin duda se trataba de las mismas estrellas del anuncio que había visto la
noche anterior en la hoja de diario, dio la vuelta a la tarjeta en busca de
alguna pista más y allí había una extraña frase y un nombre escrito con letra
desordenada:
“Lo de
hoy nos ha unido para siempre.
SAM 05/02" .
Su corazón latía con mucha fuerza. Miles de recuerdos inconexos y
confusos se agolpaban ahora ante sus ojos. Miró atentamente la tarjeta, esa
fecha… ese día…, la fecha coincidía con el día maldito, el día que ocurrió todo…
empezó a recordar con un poco más de claridad, una noche de invierno en una
fiesta en la playa, mucho alcohol, una apuesta… y un peligroso juego en el que todo está permitido, sin reglas, sin árbitros… Se incorporó,
buscó en el bolsillo interior de la chaqueta y sin duda allí estaban, la lista de los participantes y las indicaciones del juego ¡tenía que ir a la Playa Norte para comprobar algo! De
repente, notó un nauseabundo olor a tabaco y suciedad cada vez más intenso,
sintió en su nuca una respiración forzada, no estaba sola, no podría decir con
exactitud cuánto rato hacía que esa persona estaba detrás de ella… Se dio la
vuelta muy asustada para intentar huir de allí, pero el bulto negro que tenía
justo detrás la golpeó, antes de caer logró arañar el rostro de su agresor. Y de repente todo se volvió
negro…
CONTINUARÁ…
¡¡Comenta y comparte si te ha gustado!!
¡¡Comenta y comparte si te ha gustado!!
Esto promete. Sigue así, y eso que has puesto el listón muy alto. Por cierto, ¿de quién es esa cita del capítulo anterior?: “En la vida, las personas, mientras quede alguien que nos recuerde y nuestra luz siga brillando en sus corazones y sus recuerdos, realmente nunca llegaremos a morir”
ResponderEliminar¡Muchas gracias Palabras inefables! voy a continuar la "saga" con uno o dos capítulos más. La cita no es de nadie, me la inventé yo y la escribí por primera vez en "El hombre de las sombras" (aunque supongo que algo parecido habrá dicho alguien alguna vez).
EliminarUn saludo
Neus
¡Felicitaciones! ¡Tu relato se pone cada vez mejor! :D
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias Roberto! Me alegra que te haya gustado,la próxima semana el tercer capítulo. ;)
EliminarUn saludo
Neus
¡Genial! :D ¡A esperarlo entonces!
EliminarNeus, te he dedicado un post en mi blog “Palabras inefables”. Como verás es una forma de darte la enhorabuena por ser... ¡tú misma! Este es el enlace: http://palabrasinefables.blogspot.com.es/2016/08/me-he-citado-mi-misma.html
ResponderEliminarMuchas gracias!! Ahora pasaré a leerlo :)
EliminarCom sempre fas amb la teua manera d'escriure m'encantat
ResponderEliminarMoltes gràcies Javi!! :)
EliminarComo siempre, muy interesante, a la espera del capitulo siguiente.
ResponderEliminarMuchisimas gracias Sergio!! :)
Eliminar