Ir al contenido principal

Noche

Esa noche, el cielo era una lápida de plomo. Los destellos incesantes de la luz de los relámpagos, se colaban sin permiso en esa estropeada cabaña a través de las rendijas que se abrían entre los viejos tablones, seguidos casi de inmediato por el fuerte estruendo de los truenos. El silbido agudo del viento producía una irritante melodía que lo desesperaba y el sonido de la lluvia arañando la madera hacía que su cuerpo temblara sin cesar.

Cuando despertó de nuevo, había dejado de llover y se encontraba agazapado en el bosque, esperaba entre los árboles algún signo de que allí aún había alguien más a parte de él. De vez en cuando, el crujido de las ramas producido por algún animal nocturno le hacía volverse esperanzado, para descubrir, de nuevo, que allí no había nadie más.

Desde lo alto un árbol, un pequeño búho observaba con curiosidad al último humano de la tierra.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El hombre de las sombras

Una taza humeante  de café que descansaba olvidada encima de la pequeña mesa contigua , desprendía un aroma embriagador, su humo danzaba hacia el techo hasta desvanecerse antes de llegar a él como si nunca hubiera existido. Sentado junto a la ventana, observó por un instante el cristal sin poder distinguir apenas las borrosas siluetas de los transeúntes que corrían por el callejón acurrucados,  para protegerse de la lluvia y el frio. La lluvia de aquella tarde, como si de un artista inspirado se tratase, había pintado en el cristal formas abstractas, compuestas por miles de finas líneas y gotas haciendo casi imposible adivinar que había al otro lado. Como cada invierno, los “expertos” del lugar afirmaban rotundamente que ese estaba siendo el invierno más frio de las últimas décadas, pero a él apenas le importaba. La camarera se le acercó tímidamente, casi con miedo. Él savia perfectamente que su aspecto no era lo que se solía esperar de un hombre de su edad, una larga gabardi...

Mi lugar en el mundo

Los primeros días fueron aterradores, cuando entre abrí los ojos por primera vez, todo estaba oscuro y el espacio a mi alrededor era tan pequeño, que apenas me podía mover. Desde lo más interno de mi ser, deseaba escapar de ese húmedo lugar. No recordaba quien era, ni como había llegado hasta allí, pero una fuerza desconocida me empujaba a no rendirme. Perdí totalmente la noción del tiempo, pasaron días, semanas o quizás meses hasta que conseguí sobrepasar la última barrera que me aislaba del mundo exterior. Cuando por fin rompí ese último obstáculo una fuerte luz me cegó. Poco a poco, mis pequeños ojos se fueron acostumbrando a la claridad y pude ver que a mí alrededor se extendía una gran llanura verde, el aire era tan puro en ese bello lugar, que respirar se convertía un placer indescriptible. Por más que lo intenté, no conseguí moverme de allí, me encontraba atada a ese lugar , pero no me importó, me resigne a mi destino y empecé a disfrutar de la suave caricia de los rayos d...

Malas costumbres

Se sentía orgullosa de aquella casa. Su casa , no era gran cosa eso era cierto, pero era suya y eso le gustaba . Un  cigarro olvidado se iba consumiendo en el cenicero casi tan deprisa como su vida. Fijó la mirada en la mesa, le dolía ver intacta la cena que tanto le había costado cocinar, ya estaba fría. Era cierto que la lubina se le había quemado un poco y quizás tenia demasiada sal, pero para ella, haberlo conseguido, era todo un logro. Las velas que esa misma tarde le habían parecido el toque perfecto de romanticismo, ahora se le antojaban patéticas. Las luces de los coches de la calle entraban a través de las rendijas de las persianas y dibujaban motitas luz en las paredes que se movían a través de ellas como pequeñas bailarinas, y ella, las seguía con la mirada hasta que estas desaparecían de nuevo. En un rincón yacía vacía la botella de vino, no solía beber, de hecho hacía mucho tiempo que no se terminaba ella sola una botella de vino. Además ni siquiera le gustaba, pero...